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Una Semana Santa sevillana

2 de mayo de 2014

Buenos días!!!!

Viernes, con media España de puente, pero aquí estamos nosotras al pie del cañón y, lo que es peor, sin puente....

Hoy os vamos a contar lo que hizo Pilar en Semana Santa, estuve en Sevilla, la ciudad por excelencia (o al menos la que más fama tiene) en la celebración de la Semana Santa.  Aunque cada pueblo, ciudad, provincia o comunidad autónoma tiene sus peculiaridades para la celebración de estas fechas, Sevilla tiene algo especial que te envuelve y te sumerge en su Semana Santa.

Llegamos el jueves por la mañana, con un buen madrugón por la distancia entre Zaragoza y Sevilla a lo que se sumaba la operación salida.  En cuanto dejamos nuestras cosas en el hotel nos marchamos hacia el centro para empezar de la mejor manera nuestras vacaciones, tomando unas tapitas con un vino.




Disfrutamos del ambientazo que había en la calle, muchas sevillanas ataviadas con su vestido negro, su teja y su mantilla negra como manda la tradición en el jueves santo.


Después de descansar durante la tarde nos dispusimos a pasar una larga noche, mejor más bien una larga "madrugá" llena de procesiones, imágenes de Jesús y de la Virgen alzados en palios espectaculares, rodeados de velas que se consumirían durante toda la noche y flores blancas.  Vimos la salida del Gran Poder hacia la 1 de la madrugada y la llegada previa de los Armados de la Macarena antes de su salida.





Durante una hora y media desfilaron ante nosotros todos los nazarenos de la hermandad muy sobrios con su traje negro y sus grandes velones precediendo los pesados pasos.  Impresiona la coordinación y la destreza de los costaleros a la hora de manejar los pesados pasos, ver como los bajan despacio y como los suben con un golpe seco que genera un ruido de fondo que da la sensación de que el paso se ha roto, pero nada más lejos de la realidad, sigue adelante firme y majestuoso.





Pero lo más emocionante para mí estaba por llegar, el viernes santo fuimos a ver a media mañana la entrada en su templo de la Virgen de la Macarena, es la procesión más numerosa en cuanto a nazarenos y, por supuesto, una de las más famosas.  Ese día comprendí lo que tantas veces había visto por la televisión, a los devotos llorando de emoción al ver a su Virgen porque según llegaba hacia el arco y su templo las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos.  Es algo que hay que vivirlo y sentirlo porque de otra forma es muy difícil explicar y entender.





A lo largo de todo el viernes y el sábado vimos multitud de procesiones, todas con su encanto y su peculiaridad, pero nos quedó mucho por ver.  



Sevilla es una ciudad para perderse por sus calles, para disfrutar de sus bares, de su gente, del ambiente amable que les rodea. Altamente recomendable en cualquier época del año.




Sigo enamorada de Sevilla, es una ciudad mágica que te encandila y no deja que la olvides.

Esperamos que os haya gustado.

Disfrutad del fin de semana

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2 comentarios :

  1. Ya veo que lo pasasteis genial!!! Sevilla tiene un color especial!!!
    Un besazo preciosa
    http://unvestidorconideas.blogspot.com.es/

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  2. Fui a Sevilla de pequeña y no me acuerdo asiq tengo que volver que han pasado ya muchísimos años :)

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